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Arwen y Aragorn

»Al día siguiente, a la hora del crepúsculo, Aragorn paseaba solitario por los bosques, con el corazón alegre; y cantaba, porque tenía muchas esperanzas, y porque el mundo era bello. Y de pronto, mientras aún cantaba vio una doncella que caminaba por un prado entre los troncos blancos de los abedules; y se detuvo maravillado, creyendo haberse extraviado en un sueño, o que le había sido concedido el don de los músicos élficos, que hacen aparecer ante los ojos de quienes escuchan las cosas que cantan.
»Porque Aragorn iba cantando un fragmento del Lay de Lúthien, el que narra el encuentro de Lúthien y Beren en la Floresta de Neldoreth. Y he aquí que Lúthien caminaba ante sus propios ojos en Rivendel, envuelta en un manto de plata y azur, hermosa como el crepúsculo en el Hogar de los Elfos; los cabellos oscuros le flotaban movidos por una brisa súbita, y una diadema de gemas que parecían estrellas le ceñía la frente.
»Por un momento Aragorn la contempló en silencio, pero temiendo que se desvaneciera para siempre, la llamó gritando: "Tinúviel, Tinúviel!", tal como Beren en los Días Antiguos.
»La doncella entonces se volvió, y sonrió, y dijo: "¿Quién eres? ¿Y por qué me llamas con ese nombre?"
»Y él respondió: "Porque creí que eras en verdad Lúthien Tinúviel, cuyo Lay venía cantando. Pero si no eres ella, caminas como ella."