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Númenor
Reino | Q. «Tierra del Oeste»
Al final de la Primera Edad, los Valar alzaron para los Hombres de las Tres Casas de los Edain un gran pedazo de tierra sobre el nivel del mar entre la Tierra Media y Aman, casi al alcance de la vista de Eressëa. Andor, Tierra del Don, la llamaron los Valar (Adûnaico, Yôzâyan); Elenna, (Quenya, "Hacia las Estrellas") la nombraron los recién llegados porque sus barcos habían seguido hasta allí a la Estrella de Eärendil. Más tarde, una vez retomado el contacto con la Tierra Media, hablaban de Númenórë (Quenya) o Anadûnë (Adûnaico), ambos nombres con el significado de "Oesternesse".
Por su contorno, la Isla se asemejaba a una estrella de cinco puntas: cinco grandes promontorios se introducían casi como penínsulas en el mar, dando lugar entre ellos a profundas ensenadas. El clima y la tierra eran suficientemente diversos para alimentar a una gran población. El suelo no daba mucho metal, pero los Númenóreanos supieron remediar la situación y se convirtieron en maestros trabajando la madera y la piedra.
Las naves con las que llegaron eran conducidas por Elfos, ya que al principio no entendían de navegación. No obstante, pronto se atrevieron a salir a la mar y aprendieron de los Elfos a construir barcos. Andúnië, en la costa occidental, donde atracaban Elfos de Eressëa cuando visitaban Númenor, fue el primer puerto grande, pero quedó pronto relegado por Rómenna, al este, que se hallaba más cerca de la ciudad real de Armenelos. Al final, los Númenóreanos superaron a sus maestros Élficos en la construcción de los barcos; aunque también es cierto que, a diferencia de las naves Élficas, sus barcos tenían, además de las velas, remos movidos por esclavos y prisioneros de guerra. Ruidosas bandadas de pájaros sobrevolaban todas las costas de Númenor; los marineros decían que por ellos ya reconocían la Isla de lejos. En el interior de la Isla también existían muchas especies de aves; no las cazaban ni molestaban. En las montañas del norte anidaban las Águilas.
Elros, el Medio Elfo que escogió la vida de los Hombres, fue el primer Rey de Númenor. En lugar de la inmortalidad, le concedieron a él y a sus descendientes una larga vida. Subió al trono en el año 32 S.E. como Elros Tar-Minyatur. Como él, todos los Reyes de los dos mil quinientos años siguientes hicieron registrar el título Quenya (Tar-) en las escrituras. Después de Elros, los primeros Reyes fueron más sabios que hombres de estado y, junto al Adûnaico, usaban preferentemente las lenguas élficas. Al principio, el sucesor al trono siempre era el varón primogénito, aunque a partir de Tar-Ancalimë (1075-1280 S.E.), hija de Tar-Aldarion, que no tuvo hijos, también se permitió en estos casos que las hijas optaran a la sucesión. Todos los 25 Reyes de Númenor eran herederos de Elros; así mismo, los posteriores Reyes de Gondor y Arnor descendían por Elendil de una línea secundaria de la Familia Real Númenóreana.
Con el tiempo los intereses de los Númenóreanos convergieron cada vez más en la navegación. Hacia el año 600 S.E. la primera nave de Númenor guiada por el capitán Vëantur apareció en las costas de la Tierra Media. Aldarion fundó "el Gremio de los Aventureros", una asociación de navegantes que tuvo un gran auge bajo su reinado. En la Tierra Media se fundaron los puertos de Vinyalondë (luego Lond Daer), Umbar y Pelargir. Númenor se convirtió pronto en la potencia marítima dominante en la Segunda Edad y pudo intervenir en las guerras de la Tierra Media. Tar-Minastir envió una potente flota (1700 S.E.) en ayuda de Gi1-galad para expulsar a Sauron de Eriador. Bajo su sucesor Tar-Cyriatan (1869-2029), Númenor empezó a cobrar tributos y a fundar colonias en la Tierra Media.
La Prohibición de los Valar que no les autorizaba a ir más allá del alcance de la vista de sus costas en dirección a occidente se hizo cada vez más insoportable para esos poderosos navegantes. No podían pisar Tol Eressëa ni Aman, las tierras de los inmortales. ¿No sería que esta Prohibición tenía como único fin el impedir que pudiesen acceder a la inmortalidad? La larga vida otorgada a la mayoría de los Númenóreanos sólo hacía que la idea de la muerte fuera aún más opresiva. La explicación que recibieron de los Eldar, diciendo que la muerte era un "Hado de Ilúvatar" que los Valar no podían quitarles, no convenció ni a los más crédulos de entre los Hombres. Muchos comenzaron a abrigar oscuras reflexiones. Empezó a extenderse un culto a la muerte; los cadáveres eran exquisitamente embalsamados y enterrados en grandes bóvedas mortuorias de piedra. Fanáticos de la salud que pretendían poder alargar la vida se encontraron con una buena clientela. El santuario de Ilúvatar en el Meneltarma se visitaba con menos frecuencia y, pronto, incluso los Reyes se olvidaron de consumar los sacrificios de la temporada correspondiente. Las Lenguas Élficas cayeron en desuso y finalmente fueron prohibidas. Ar-Adúnakhór fue el primer Rey que adaptó su título a la forma Adûnaica. Ar-Gimilzôr (3102-3177 S.E.) prohibió a los Elfos pisar Númenor. Por este motivo el pueblo se dividió en el partido del Rey y en una oposición conservadora de los "Fieles", que querían respetar la Prohibición de los Valar y mantener la amistad con los Elfos. Las luchas entre los dos partidos alcanzaron en algunos momentos la envergadura de una guerra civil.
El último Rey, Ar-Pharazôn no fue un Rey común, sino un usurpador con el valor y la avidez de poder de un conquistador del mundo. Con una enorme flota de guerra atracó en Umbar (3261), sometió a Sauron y lo llevó como rehén a Númenor. Allí todo parecía haber estado esperando su llegada: un pueblo orgulloso de su poder, temeroso ante la muerte y con un odio hacia los dioses que ya no conocía límite. Al cabo de pocos años, Sauron se convirtió en el consejero principal del Rey. Negó a Ilúvatar y edificó un templo para Melkor, Señor de la Oscuridad Exterior. Luego hizo creer al Rey que, al menos él, podría asegurarse la inmortalidad en Aman.
Enseguida Ar-Pharazôn preparó la flota más grande que jamás hubiera navegado por los mares y desembarcó en la costa de Aman (3319 S.E.). A petición de Manwë, Ilúvatar mostró de lo que era capaz y cambió la estructura del Mundo: en el mar se abrió una inmensa grieta que devoró Númenor junto con toda su flota de guerra. Desde entonces, Arda es redonda, es decir, los Hombres están prisioneros en los círculos del Mundo y Valinor se ha apartado del mundo de las cosas visibles.
De entre los Númenóreanos se salvaron todos los que se hallaban en la Tierra Media en aquel momento; también un buen número de "Númenóreanos Negros" (seguidores de Sauron) de Umbar y las Tierras del Sur. Los "Fieles", con Elendil y sus hijos, se salvaron en nueve barcos. Fundaron los Reinos de los Dúnedain de Gondor y Arnor.
Al recordar Númenor, los Hombres hablaron en tiempos posteriores de Atalantë (Quenya) o Akallabêth (Adûnaico), la "Sepultada", o de Mar-nu-Palmar, la Tierra bajo las Olas.
Geografía
Númenor está dividida en seis regiones: las tierras alrededor de los cinco promontorios, cuyos nombres corresponden al punto cardinal en que se sitúan (Forostar, Orrostar, Hyarrostar, Hyarnustar, Andustar) y el territorio interior Mittalmar.
La tierra del Rey, Arandor, también formaba parte de Mittalmar junto con la capital Armenelos y el puerto Rómenna. Noirinan, un valle en la ladera meridional del Meneltarma era el "Valle de las Tumbas (Reales)". En Arandor vivía la mayor parte de la población. Por lo demás, Mittalmar era una región cubierta de praderas y pastizales de ovejas. En Emerië se encontraba la casa de campo de la Reina Erendis.
Orrostar (Tierras Orientales) tenía un clima cálido y fresco; el sudoeste era tierra de cereales.
Forostar (Tierras Septentrionales) era una región infértil con muchas rocas y pocos bosques. El macizo montañoso se alzaba en riscos abruptos hacia el Cabo del Norte hasta el Sorontil ("Cuerno de Águila"), cuyos tremendos acantilados cortaban el mar. Tar-Meneldur construyó allí el observatorio de Elentírmo.
Andustar (Tierras Occidentales) también era una tierra infértil, pero con más bosques.
En la Bahía de Eldalondë entre Andustar y Hyarnustar (Tierras Suroccidentales) reinaba un clima suave y húmedo; la franja posterior se llamaba Nísimaldar, una región de fragantes árboles. El interior de la parte suroccidental era cálido y fértil con muchos viñedos. En la costa meridional, llana y arenosa, se hallaban algunos pueblos de pescadores y una población algo mayor, Nindamos.
Hyarrostar (Tierras Australes) poseía los bosques más amplios, que eran reforestados después de las grandes talas de árboles.
Los Reyes de Númenor
Núm. | Reinado | Nombre Quenya | Nombre Adûnaico |
---|---|---|---|
I | 32 S.E. - 442 S.E. | Elros Tar-Minyatur | - |
II | 442 S.E. - 442 S.E. | Vardamir Nólimon | - |
III | 442 S.E. - 590 S.E. | Tar-Amandil | Ar-Aphanuzîr |
IV | 590 S.E. - 740 S.E. | Tar-Elendil | Ar-Nimruzir |
V | 740 S.E. - 883 S.E. | Tar-Meneldur | - |
VI | 883 S.E. - 1075 S.E. | Tar-Aldarion | - |
VII | 1075 S.E. - 1289 S.E. | Tar-Ancalimë | - |
VIII | 1289 S.E. - 1394 S.E. | Tar-Anárion | - |
IX | 1394 S.E. - 1556 S.E. | Tar-Súrion | - |
X | 1556 S.E. - 1731 S.E. | Tar-Telperiën | - |
XI | 1731 S.E. - 1869 S.E. | Tar-Minastir | - |
XII | 1869 S.E. - 2029 S.E. | Tar-Ciryatan | - |
XIII | 2029 S.E. - 2221 S.E. | Tar-Atanamir el Grande | - |
XIV | 2221 S.E. - 2386 S.E. | Tar-Ancalimon | - |
XV | 2386 S.E. - 2526 S.E. | Tar-Telemmaitë | - |
XVI | 2526 S.E. - 2637 S.E. | Tar-Vanimeldë | - |
- | 2537 S.E. - 2657 S.E. | Tar-Anducal | - |
XVII | 2657 S.E. - 2737 S.E. | Tar-Alcarin | - |
XVIII | 2737 S.E. - 2825 S.E. | Tar-Calmacil | Ar-Belzagar |
XIX | 2825 S.E. - 2899 S.E. | Tar-Ardamin | Ar-Abbatârik |
XX | 2899 S.E. - 2962 S.E. | Tar-Herunúmen | Ar-Adûnakhôr |
XXI | 2962 S.E. - 3033 S.E. | Tar-Hostamir | Ar-Zimrathôn |
XXII | 3033 S.E. - 3102 S.E. | Tar-Falassion | Ar-Sakalthôr |
XXIII | 3102 S.E. - 3177 S.E. | Tar-Telemnar | Ar-Gimilzôr |
XXIV | 3177 S.E. - 3255 S.E. | Tar-Palantir | Ar-Inziladûn |
- | No llegó a reinar | Tar-Míriel | Ar-Zimraphel |
XXV | 3255 S.E. - 3319 S.E. | Tar-Calion | Ar-Pharazôn |
—Esto me recuerda a Númenor dijo Faramir, y le asombró oírse hablar.
—¿Númenor? —repitió Eowyn.
—Sí —dijo Faramir, el país del Oesternesse que se hundió en los abismos, y la enorme ola oscura que inundó todos los prados verdes y todas las colinas, y que avanzaba como una oscuridad inexorable. A menudo sueño con ella.
— El Senescal y el Rey, El Retorno del Rey